JUNIO
Se terminaba de sembrar las patatas se ponían los nabicoles para consumo humano y para el ganado el lugar más propicio era en los patatales. Días antes de la fiesta (San Antonio de Padua) íbamos unos cuantos mozos al Fayedo por ramos de tejo, también a los pinos de Paciano en Cantolahorca esto con la complicidad de su hijo Toño, para ponerlo a las mozas en la ventana o en el alero del tejado, también lo poníamos en lo alto de la espadaña de la ermita armados de escalera subíamos al tejao y después trepando a lo más alto,¡¡y de noche!!, la bota de vino y unos cuantos fejes de urces para la fogata también la llamábamos chosca que hacíamos frente a la ermita, “expropiados” con nocturnidad y alevosía dada la cercanía a la ermita, en el corral trasero de la casa de Domingo Fdez.
Como el perro lo tenía en el delantero saltábamos las “ahujeras” (puertas de cuatro tablas en horizontal sujetas a dos espigos en vertical) o cualquier otro corral si no tenía perro todo ello con total impunidad, los mozos siempre andábamos a la que saltaba, que si unas corras de chorizos de la hornera de algún descuidado por aquí, que si unos huevos por allá o un queso secándose a la ventana, otra cosa que hacíamos en invierno era tapar las presas de la Vega y del Estabiello, las truchas que al no tener agua ni salida se cogían fácilmente.
En una ocasión se nos ocurrió secar un pozo a calderadas, que había en el río de Lodares (por encima del puente del Canalón) y así cogimos todas las truchas ¡que mal sabían¡ y así teníamos una merendola, este tipo de “apropiaciones” indebidas eran por lo general toleradas por los damnificados con resignación, estas actuaciones las hacíamos cuando se podía, no precisamente por S. Antonio.
Al día siguiente la fiesta que comenzaba con la Santa Misa y seguida de la procesión del Santo siempre llevado por hombres y escoltada por la Guardia Civil iba por la Cruz bajaba por la carretera hasta la Venta y cruzando la pradera, a la ermita, el segundo día de la fiesta “San Antonín” lo más llamativo era la Diana que consistía en recorrer el pueblo casa por casa donde nos sacaban pastas y bebidas, los más novatos cogían unas “cogorzas” (borracheras), siempre acompañados por la orquesta de turno, unas veces los de la Losilla otras los “Veleros” de Boñar, los “Charutos”, también si cogíamos alguna moza que no se había levantado la sacábamos a la calle con colchón incluido, esto era muy poco frecuente pues las mozas se espabilaban, y así entre bailes, juegos de bolos, carreras de cintas en bicicleta y como no el tradicional corro de lucha leonesa.
A finales de este mes se excavaban los fréjoles y las patatas, la labor de excava de ésta última era diferente, a las otras a los pocos días de sembradas se les pasaba la rastra quedando la tierra casi llana cuando ya estaban nacidas y un tanto altas se metía el arado de madera (el yugo era más largo que los normales) por el medio entre hilera e hilera de plantas, después con la azada se arreglaban los sucos y si alguna planta quedaba tapada se descubría y así de esta manera los patatales quedaban en sucos por los cuales se regaban.
Se empezaba a segar el trébol y la alfalfa por este mes ya se comenzaba a regar los praos si lo necesitaban, tanto de día como de noche a la hora que te tocaba para que no se te pasara la vez, más de una riña había a veces por quien regaba primero (como decía nuestro querido paisano Juan González en sus numerosos e ingeniosos versos).

JESUS GARCIA